jueves, noviembre 1

que día.




Como no todas, y raramente esta semana ha sido una de las mejores hasta el (maldito) día de ayer. Me la pasé haciendo la Lolita, creyéndome más, amándome menos, y jugando con mi cuerpo y al mismo tiempo con mis sentimientos. Por fin me sentía de cierta manera, querida, deseada por otros. Deje libres mis deseos carnales hacia él, y se los mostré abiertamente. No me importaba nada, yo quería que el me quisiera, ya que no lo pude hacer con mi poesía y mi labia, lo tenía que hacer caer ante sus ojos. Aunque obviamente siempre estuvo la “c” presente en todos los temas de conversación, y si, seguro que ella puede tener el mejor cuerpo del mundo y la mejor cara también, además de que es mayor, pero escúchenme por milésima vez, NADIE, absolutamente NADIE lo quiere como lo quiero yo. ¿Quién sería capaz de arrojarse de un puente si él se lo pidiera?, por enésima vez, NADIE, solo yo. Yo me entrego con todo, sin condiciones, sin pedirle nada a cambio, más que un poco de cariño. Pero parece que no puedo, que no se puede, y ahora más que nunca me he dado cuenta que estoy parada frente a un error del corazón, porque tal vez no este enamorada del todo, tal vez solo sea la obsesión de tenerlo como mío, y sentirme querida por alguien que me gusta. No me gusta perder, no quería perder, pero lo voy perdiendo lentamente, pausadamente.

Ayer, llegue al punto de critico de perder la conciencia y no lo puedo culpar a él, pero algo tuvo que ver (indirectamente). Lo llamé, pero esta vez estaba harta de la señorita “c”, harta, celosa, compulsivamente enojada. Quería vomitar, no por ella, sino por toda la rabia que traía en mí. Me odie por no ser bonita, por no se flaca y por no ser mayor. Obviamente cuando le dije eso, se molesto muchísimo, casi me come viva, y claro!, fui otra vez una tonta, porque lo que hice estuvo mal y me arrepiento en el alma. No la puedo odiar, si es que ella de cierta forma es “todo”, no puedo hacer nada, es más prometo no volver a hablar mal de ella ni pensar cosas malas de ella, ella es ella, y yo soy yo, y me sé una chica también especial, porque al final creo que todos lo somos de cierta manera. Llegué triste muy triste a la casa de chiquita, decepcionada de mí, como siempre echándome toda la culpa, que de hecho la tenía (la tengo). Había vodka, que mejor opción para desahogarme con un vasito, había whisky, había ron, había alcohol por donde quiera que vaya, me tome todo lo que pude (ojo, cuando digo todo me refiero a algo tan poco que no pueden imaginarse). Quería llorar de la rabia, así que decidí salir a fumar. Me choco más, no podía estar de pie, no sabía lo que hacía, estaba ebria!, y era la segunda vez que me pasaba, solo que esta vez, estaba a dos cuadras de mi casa y no podía llegar en ese estado. Vomitar no era la opción, pero tampoco era mala idea. Deshacerme de una vez de toda esa pena, esa angustia, ese des-amor. No di más, llegue a la casa de chiquita nuevamente, mal, muy mal, tirada en el piso, según lo que me han podido informar, no llore, por el contrario, reí, reí con lágrimas en los ojos, pero estaba riendo. Riendo de lo idiota que podía llegar a ser. Lo llamé para decirle que lo amaba, le quise cantar una canción, pero “Fam.” no me dejo, le dijo que estaba mal y no se que más. Me quede dormida en los brazos de un amigo y de ahí solo recuerdo haber estado en mi cama dormida.

Conclusión, nada, que soy una tarada, pero soy humano y cometo errores, aunque se que muchos y casi repetitivos me perdonas?. Solo eso. Nunca más chibolo, nunca más.
No sabes cuanto me duele estar así peleada, no puedo, no debo, no quiero.
Ahora necesito arreglar las cosas con él, con algunos que tal vez les dije cosas feitas ayer, y volver a sonreírle a la vida, que me da un día más para disfrutar, antes de mi próximos exámenes de admisión que decidirán el rumbo de mi vida.
Otro tema que comentaré cuando tenga tiempo.


Lo.

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