La cuerda torcida

No quiero comenzar diciendo una maldición, solo que ya la estoy diciendo en mi mente. Otra semana que se va rápido. Como se pasa el tiempo, ya un mes para mi examen de admisión y no me siento lo suficientemente preparada para darlo. Sé que soy capaz, pero no soy fuerte. He estado pensando en todo eso y la verdad es que si no entro, voy a intentarlo de nuevo, solo tengo que tener como dije una vez mente positiva.

Hable con el chiquito este, hoy, me hace bien, porque puedo ser quien soy cuando estoy con él, me hace sentir en otro mundo. MI MUNDO, no en el que han creado para mi. Pero me duele que me siga viendo como esa niña, porque lo entiendo, soy niña aún, pero ya basta, no quiero ser para siempre la “hermanita”. Me llega, me llega, que porque seamos de determinada edad seamos de cierta manera juzgados y discriminados, me podrán decir mil argumentos, falacias todas seguro, pero igual no es justo. Y en verdad ¿qué es justo en esta vida? NADA. Así que no tengo por que quejarme. A veces pienso que soy ese desastre que no quiere limpiar (‘cause I know I’m a mess he don’t wanna clean up).

Claro, porque ana siempre vuelve. La necesite o no. Y ahora la necesito. Necesito un refugio por este mes, un refugio terrenal. Por cierto no le di las gracias a Diosito por algunas cositas que me regalo esta semana. (AH! y haciendo paréntesis soy la miss youth del colegio, algo bueno tenía que pasar). Siguiendo, no quiero volver a caer en idioteces, pero ana esta ahí, presionándome. Hey! Ayúdame, sácame de este vacío, de este hoyito profundo. No encuentro el camino, mi farol dejo de brillar, hoy, tú brilla por mi, haz que encuentre el camino, hazme ver el sol.