La cuerda torcida

Ya no tengo color. Me siento cada día más débil, sin ganas de levantarme. Tengo mucho sueño y no puedo mantenerme parada. Me duelen las piernas, los brazos, hasta el pelo. Todos dicen que estoy demacrada, que tengo cara de enferma, pero el doctor ya me dijo que no tengo nada, que estoy genial. Sin embargo la enfermedad se lleva en el alma. Ahí, donde están mis penas, mis preocupaciones, mis miedos. Siendo sincera, y ya dejando de fingir, tengo un peso en el alma, que no lo puedo remediar. Y por más que haya ido a campamentos, retiros y haya recibido cartas, abrazos, besos y etc. aún así no puedo mantener una sonrisa fuera y dentro de mí. Me estoy muriendo, o eso es lo que creo y quiero. Necesito a alguien a mi lado que me ayudé, y no hablo exactamente de un novio. Mis amiga festejan su entrada a la universidad, otras están más concentradas en el estudio para poder ingresar; y aunque yo debería estar haciendo lo mismo, ya no doy para más.

Llevo días sintiéndome así, ni siquiera él puede conciliar mi tristeza. Quiero hablar con mi psicóloga, necesito verla ya. Contarle esto que me pasa y tal vez así me pueda ayudar. Debe ser esto de la universidad, debe ser que he bajado mis notas, debe ser que tengo una doble cara, una cara que solo es para mí. Soy mala, hago daño, y obviamente por eso también me dañan. Nadie me conoce así, solo las personas a las cuales he herido. ¿Qué diablos puedo hacer?, todo y a la vez NADA. Necesito calmarme, tranquilizarme, comprenderme, todo internamente, porque por fuera, tengo una sonrisa que crea mi bienestar y un color que delata mi desesperación.