La cuerda torcida

este es el cartel que vi el jueves. exactamente así.

parece que las cosas que un día de agosto te dije se borraron de tu cabeza, y me entristece. ya no creo pueda soportar más de esto.

Y yo que creí que eras los capullos renacientes de primavera, te convertiste en la niebla de las mañanas de invierno.

Casi y no me alcanzan los dedos de una mano para contar cuántas veces hemos dicho adiós. De repente te levantas un día a las siete de la mañana y te das cuenta que lo habías perdido todo. Se había desvanecido mi olor en tu cuerpo, necesitabas a alguien con quién hablar. No eras capaz de buscarme, no eras lo suficientemente valiente para decir que me extrañabas. Tu orgullo, tan marcado en ti, no te permitió hacerlo. Era como mil manos amarrándote a la cama y tú luchando por pararte. Luego, una madrugada me encuentras. Siempre soy yo la que tiene que arreglar todo. Yo, la que tenía el corazón destrozado en cinco, como las veces que dijimos adiós.

Hay cosas que uno debe empezar a hacer o dejar de hacer. Crearse hábitos. Como empezar temprano con una asignatura, en vez de dormir para que luego se tenga tiempo libre en la noche. Como dejar de conectarse tanto al MSN para hablar con una sola persona. Como lavarse los dientes después de cada comida. Como poner hold al ipod para que no se prenda solo. Como silenciar el celular cuando se entra a clase. Como decir gracias cuando se termina de comer. Como no tararear tus canciones mientras camino por la calle. Como dejar de escribir tonterías y a veces... de pensar en ti.

Prometí no escribir en mi blog por un bueno tiempo, pero necesito hacerlo, porque si no puedo decírtelo de frente, necesito escribirlo antes de estallar.

No te entiendo ¿sabes? No entiendo nada. Un sábado la pasamos lindo, me dices cosas, cosas, que en serio creo que sientes y piensas, y al día siguiente, sigues con lo mismo y así a lo largo de la semana. No sé si me mientes, pero lo único que sé es que en serio deberías parar para que en tu cerebro no haya una disonancia cognitiva y que dejes tus tonterías y tus dudas a un lado. Ya no te conozco, ya no sé quién eres, no puedo seguir fingiendo toda la vida. No puedes hacerle eso a ella tampoco, porque aunque en lo más profundo de mí ser me haga una bilis cada vez que recuerdo su nombre y que ahora vive los momentos que pasé contigo, y que eran MIS momentos, ella no merece lo que haces. Así que te pido que te dejes de niñerías, de pendejadas y vuelvas a ser el mismo de siempre, dejes de lado eso en lo que te metiste porque no tiene ni pies ni cabeza, y te des cuenta que lo que dejaste atrás, tal vez, solo tal vez, era lo que necesitas ahora para ganar tu libertad.
Adiós.