lunes, junio 1

Rutina, eterna rutina.


Ya no tengo nada más que decir. Las hojas de los árboles de nuestra ventana se han caído todas. Ya están secas. Y las ramas dejaron de chocar contra la luna en las noches de fuerte viento. Y el nido que formaron los pájaros ha desaparecido. Se acabaron nuestros temas de conversación. Dejamos de saludarnos con un beso por las mañanas. La televisión no se prendió más por las tardes y las galletitas que solía preparar se consumieron en la insipidez de tu paladar. Traté de hacer lo que pude. Pero con un beso en la frente me dijiste:
-“No hay nada que hacer mi amor, es la rutina”
Si vuelves te prometo que me esforzaré en hacer las cosas bien. Ya he comenzado por preparar café en las mañanas y decir buenos días de vez en cuando.

0 comentarios: