viernes, abril 25

que ya no estas...


A mi querido amigo:

A ti, que te fui perdiendo en el camino, que te deje de lado por mis idioteces. Que no te escuche cuando me hablabas, que no te hice caso, que te apuñalé con espada. A ti, que de ti ya no sé nada, que han pasado meses y semanas, y si estas muerto o vivo, eso ya no lo sé. Me puse a recordar aquellas épocas en que entre insultos y peleas se iba avivando nuestra amistad. Donde solía pegarte y tu jalarme los cachetes. Recuerdo las promesas que hicimos, de la que tú serías el tío de mis hijos, vendrías a comer a mi casa y seríamos como una familia. Tus típicas ocurrencias siempre me hicieron reír. Pero no niego que muchas veces me hicieron amargar mucho. Siempre te comprendí, y me puse de tu lado. Me gustaban tus abrazos, porque me sentía reconfortada y segura, que jamás ibas a dejar de hacerlo cuando más lo necesitará. Lo siento por dejarte de hablar, por tratarte mal el día de mi cumpleaños, por no asistir a reuniones donde pude verte. Lo siento por no seguir tus pasos y preguntare cómo estabas, qué tal te está tratando la vida. Lo siento por ser tan mala compañera de ruta. Quisiera que pudieras perdonarme algún día. Quisiera que comprendieras mis idioteces, lo sé, porque si son idioteces, pero así es tu amiga, y aunque sea insoportable y a veces tengas ganas de matarla, no olvides nunca, que más que encontrar en ella una amiga, encontraras una hermana.
Donde sea que te encuentres, con quién sea que estés, no te olvides de mí. Y espero verte pronto.
Un abrazo sincero, y de esos que no se olvidan.

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