La cuerda torcida

Suficiente. Adecuado, para cubrir lo necesario. Pero ¿Qué es realmente suficiente? ¿Cuándo es suficiente? Suficiente tiempo, suficiente sufrimiento, suficiente trabajo, suficiente alegría, suficiente amor. Y es que los seres humanos estamos hechos para siempre querer más, y jamás nos conformamos con lo que tenemos. Suficiente es cuando por las noches me acuesto sabiendo que dormiré tranquila, suficiente es cuando no tengo que preocuparme por mis calificaciones, porque se que estudie lo que debía estudiar, suficiente es la alegría que siento cuando estoy con mis amigas y salgo a pasear. Pero suficiente también es todo lo que me aguanto hasta el momento, y el dolor, y la agonía de no saber qué es lo que nos sucederá. Y he dicho, SUFICIENTE.

He recuperado mi blog, ahora si podré escribir más seguido. Aunque para ser sincera estoy en la etapa más aburrida de mi vida, de este año. No hay nada interesante. No hay algo que me haga extremadamente feliz, ni tampoco algo que me deprima. Es como si estuviera en esa etapa del corazón frío, donde simplemente los sentimientos y las emociones se neutralizan. Ya comienzo finales el lunes y bueno, se supone debería estar estudiando, pero me he tomado un descanso. Me gustaría conversar con ciertas personas, a veces quisiera en serio hablar, creo que me hace falta. Terminaré por convertirme en una sociópata y me verán solo internada en Larco Herrera. En fin, ya empecé a escribir tonterías, creo que voy a seguir en lo mío. Buenos exámenes a lo que estén en mi universidad, y buenos resultados para los que ya hayan terminado. Un saludo a todos mis amigos Bloggers, que los dejé de lado por un montón de tiempo. Y un beso en especial para Él, que casi y no sé de su existencia.

Los andes lloran en desconcierto. No bastó una muerte alucinada, sino que ahora es casi seguro que detrás de esto estuvo la mano de una de las exponentes más mediáticas de su arte musical. Abencia Meza, la “reina de las parranditas” pareciera que finalmente despertó de su resaca de egocentrismo que la emborrachaba para dar paso a la descarnada realidad que revelan sus más bajos instintos. Del amor al odio dicen que hay un paso y Abencia dio este mal paso tratando de, en su recorrido, fingir que todavía era el amor lo que la movía. Sin embargo pareciera que nunca hubo tal cosa, sino simplemente un deseo egoísta de satisfacer sus necesidades poco naturales con la amiga de turno, sin que esto significara fidelidad alguna ya que ahora son notorias sus escapadas con otras amigas del entorno quienes reconocen abiertamente que ella nunca fue una persona de confiar. ¿Llegará hacerse justicia o terminaremos como siempre dando paso al olvido una vez que el “circo haya olvidado a sus payasos”? Solo el tiempo lo dirá.