jueves, octubre 16

It was only a kiss...

Si hay una verdad en mi vida, es esta: le tengo miedo al amor. Entonces la gente se ríe a mis espaldas y comienza a hablar la contradictoria. Pero es realmente cierto y no por el cuento repetido de que ya he sufrido demasiado, y que las células se me hacen trizas cada vez que comienzo una relación hipotética; ahora es diferente. Le tengo miedo al amor, porque no sé que es. Y tal vez muy en el fondo, estoy dejando de creer en su existencia, y es que la presencia de este sentimiento en mi vida, ya se ha hecho tan relativo que dudó de que alguna vez yo lo haya sentido.

No existen más mariposas que floten por mi estomago, y cuando tu voz se escucha entre mis sienes, ya no sé me hace difícil volver los pies a la tierra. Pero no es porque tú hayas cambiado, es porque yo lo he hecho. Oscilo, cambio, doy una sacudida al polvo de vez en cuando, y entre cada sacudida se va alguno de tus restos. Mi piel, mi cuerpo entero, toda yo, comienzan con el temible ritual del reciclaje, de la desecha, del olvido.

Vuelvo a cuestionarme, que es lo que estuve sintiendo todo este tiempo. Acaso era que nuestros cuerpos estuvieron atados por mutua atracción, que existía una vibra que no se podía controlar cada vez que nos encontrábamos, y que yo siempre pensé que alguna vez regresarías a mi si es que te alejabas demasiado. Sí, era todo producto del lado oscuro de mi imaginación, y jugaste en ella como te dio la gana, y yo te abrí la puerta, y te di la llave. Y era feliz, supongo. Pero no era amor, no lo era. Tu lo sabías, yo lo sabía, pero nos gustaba jugar a creer que si lo era.

Ahora, que estoy segura de tu regreso, te revelo con toda el alma que entro en pánico cada vez que te veo. Tengo miedo de volver a sentir, a confundirme, no contigo, conmigo. Entonces pienso que tal vez sea mejor que si te acercas demasiado, dilates tus pupilas de chocolate, alejes tu mirada tan penetrante de mí, y me beses con todo lo que tienes, sin enseñarme tu mirada, sin decir que me quieres. Porque yo, yo no sé qué es lo que hoy siento.

jueves, octubre 9

Love is...


...remar juntos hasta la orilla
...abrigarnos mientras continué la tormenta
...escucharnos mutuamente
...que me susurres al oído mientras juegas con mi cabello
...que sigamos quemando el fuego aunque pensemos que la llama ya se extinguió



AMOR es... eso que no comprendemos, ni tu, ni yo, ni nadie.

sábado, octubre 4

Supongo que así comenzó todo, como dos tontos escondiéndose de sus miedos, de lo duro de la vida, de lo frágil que es el alma cuando el sol no tarda en ponerse en el horizonte. Y en esa pequeña banca del parque frente al mar, una tarde de primavera, yo ahogaba mis penas y probablemente tú las tuyas. Me paré lentamente hacia el muro del malecón y me seguiste con sigilo. Te paraste a mi lado murmurando algo, nunca supe si me lo decías a mí o hablabas contigo. Volteé y te sonreí. No voy a negar que ya te había estado observando antes, tu mirada tan gélida, tu pelo enroscado, tu boca haciendo un gesto de esos que me volvían loca y una nariz casi perfilada. Volviste a hablar.

-Que tarde para más fría
-Es la brisa del mar
-Veo que traes un cuaderno
-Sí, estoy tratando de escribir
-¿Eres algo así como periodista?
-Escritora
-¡Ah! Interesante
-Supongo que sí.

Se produjo un silencio largo, un vacío inmenso, y yo no sabía que fuerza mayor había hecho que me hablaras. Volviste tu mirada a mí y me invitaste a tomar un café y como es de costumbre yo debí haberte rechazado, pero NO, esta vez algo en mí decía que debía aceptarlo. Fuimos a una de esas cafeterías bohemias, si, una de esa a las cuales solían acudir artistas y otra clase de personas raras como tu las llamaste. Hablamos como dos viejos amigos que no se ven hace mucho, me contaste tu vida y yo lo poco de la mía.

Intercambiamos miradas, profundas, enigmáticas. Sonrisas sinceras, con un poco de picardía, pero jamás fingidas. Porque contigo, en ese momento, no podía fingir, era yo, y mi verdadero mundo, era yo y algo que hace mucho no sentía, ya no éramos yo y mi soledad, éramos yo y un vacío llenado por tu presencia, por tu buena voluntad. Y sentía que te podía amar, que contigo podía dar la vuelta al mundo en un segundo, que podía ser la mujer perfecta, la buena esposa, la buena madre. Te paraste para ir al baño y fue donde por fin mi mente volvió a la realidad. Estaba con un extraño imaginando una vida. Arranqué una de las hojas de mi cuaderno para escribirte y lo deje sobre la mesa, me paré y me fui.

La vida siguió con su rumbo, giro como debía haberlo hecho y después de unos años yo me encontraba en una relativa felicidad. Estaba a punto de publicar mi primer libro, que me había costado tiempo y esfuerzo escribir. Pero finalmente estaba cumpliendo mi sueño y no paraba de percibirme a mí en una mesa con gente al frente mío pidiendo que autografíe su libro, MI LIBRO. Y el ego se iba por los cielos, y me envanecía con mis propios pensamientos. Pero jamás volví a ver alguien con los ojos que te vi a ti ese día, con esa sinceridad. Jamás me volví a sentir, tan mujer, que pudiera llegar a ser tan buena esposa, tan buena madre. Pero supuse que te olvidaría, o por lo menos así fue por algún tiempo.

Entonces fue, una tarde de primavera que te volví a ver. Estabas en la cola de la firma de mi libro. No tienes idea de lo nerviosa que me puse, verte ahí, tan despreocupado de la vida, tan inocente, tan tú. Y, como dos tontos escondiéndose de sus miedos, de lo duro de la vida, de lo frágil que es el alma cuando el sol no tarda en ponerse en el horizonte, nos miramos como aquél día, volviste a sonreírme suavemente y todo fue perfecto y ya sabes.

miércoles, octubre 1


Hay monstruos grandes y pequeños en mi núcleo.
Los grandes entorpecen mi visión, los pequeños me matan con el tizne.
Un día de estos no veré más el sol, un día de estos ya no podré respirar.

;;